Alexis y Mariel se conocieron en Jarabacoa, República Dominicana, durante unas vacaciones de verano en 2008. Desde la primera mirada, supieron que estaban destinados a vivir una gran aventura juntos, aunque no podían imaginar el viaje que les esperaba. La chispa fue inmediata, y aunque la vida los llevó por caminos separados, el destino se encargó de reunirlos una década después, confirmando que eran el uno para el otro.

 A lo largo de los años, su relación ha sido una mezcla de amor y distancia, pero siempre marcada por la firmeza de su conexión. Mariel describe a Alexis como su hogar, su lugar seguro y su paz, admirando profundamente su dedicación a la familia. Después de 10 años, se reencontraron y comprendieron que su amor había resistido la prueba del tiempo.

 La propuesta de matrimonio fue un momento íntimo y especial, realizada en la casa de Alexis, con su madre presente a través de una videollamada. Alexis llevaba días buscando el momento perfecto para proponer, y finalmente encontró el instante adecuado para sorprender a Mariel con el anillo que había estado guardando en su bolsillo.

 Planificar la boda fue una experiencia estresante pero también divertida, llena de emociones y momentos inolvidables. Para ellos, lo más importante era confiar en que todo saldría bien, poniendo cada detalle en manos de Dios.

 El día de la boda fue como un sueño hecho realidad. Entre los momentos más mágicos, destacan su primer beso como esposos y su primer baile, instantes que quedarán grabados en sus corazones para siempre.

 Para otras parejas que están planificando su boda, Alexis y Mariel aconsejan tener paciencia y confiar en que, con la fe puesta en Dios, todo se resolverá. Su relación es un testimonio de que el verdadero amor puede superar cualquier obstáculo, y hoy Mariel puede decir con orgullo: "Me casé con el amor de mi vida".